DE LA SOCIEDAD SOBERANA A LA PSICOPOLÍTICA
Libertad. Este es uno de los conceptos o faceta humana que atrae la atención de quienes estamos acá y uno de los motivos de la persecución a nuestra Orden. La libertad permite al individuo autorrealizarse, expresarse y crear conforme a su llama interna.
¿Somos libres?. Una mirada a la sociedad actual parecería indicar que sí, en efecto, las personas en general somos más libres hoy que hace 50 o 100 años. Sin embargo, los individuos no somos los únicos que nos hemos desarrollado en este aspecto. Las instituciones fundadas en el control social e individual también han refinado sus herramientas. La evolución social aumenta la complejidad de las relaciones, y esta complejidad se expresa, entre otros modos, en la necesidad de intervenir en los comportamientos de los individuos.
Una de las primeras aproximaciones teóricas a los mecanismos mediante los cuales se interviene la conducta individual y la social, es el panóptico, teorizado por Jeremy Bentham. Esta estructura es una prisión donde los guardias pueden ver por completo la actividad de los reos y estos últimos no pueden tener certeza sobre si los observan o no. Esta institución del siglo XVIII es utilizada por Michel Foucault para ejemplificar la sociedad que experimentamos desde aquella época hasta finales del siglo XX.
La incertidumbre sobre la vigilancia es suficiente para limitar mi comportamiento, ello al mejor estilo del Gran Hermano de Orwell. Foucault adiciona a esta sensación la necesidad de estandarizar comportamientos y recompensar conformidades. Así, en la prisión, todos los reos deberían vestir igual, tener los mismos horarios, desarrollar las mismas actividades y quienes se apeguen más a la regulación tendrán beneficios personales.
Este tipo de control social se opone al ejercido previamente, de la prehistoria al siglo XVIII, en donde existía un poder central y supremo que decidía respecto del comportamiento del individuo y establecía los parámetros negativos de conducta. La transgresión a las prohibiciones implica una sanción impuesta al individuo desde el exterior de su ser. Este tipo de sociedad se conoce como soberana. Pensemos en las instituciones absolutistas que tenían el poder sobre la vida y la muerte de los individuos.
Este esquema es remanufacturado durante las revoluciones liberales y la revolución industrial del siglo XVIII, pues tiene un defecto esencial, existe certeza de quién es el responsable del control social, sea el emperador, el rey, el dictador o similares. Por tanto, ante la presencia de problemas sociales, se procede con el cambio del poder central y supremo, lo que en apariencia debe resolver el problema.
Los sistemas inspirados por el panóptico son denominados sociedades disciplinarias y reemplazan a las sociedades soberanas. En este esquema disciplinario la responsabilidad social se diluye, siendo cada individuo “libre” de su comportamiento y el cambio social se dificulta por no existir un chivo expiatorio. El paradigma cambia de un poder negativo, la prohibición en la sociedad soberana, a un poder positivo, que presenta metas que son alcanzadas con un comportamiento conforme y la no conformidad es recriminada por el individuo mismo.
Si bien la prisión del panóptico hace uso expreso de las herramientas de control, estas se encuentran presentes en la gran mayoría de instituciones sociales modernas como el colegio, la fábrica, los hospitales y similares, en ellas se vigila, se estandariza y se califica a la población para obtener un resultado particular.
La definición del comportamiento conforme, se federaliza o divide entre los distintos estamentos sociales como el Estado, la Iglesia, líderes políticos y los niveles sociales altos. Nuestra Orden hace parte de esta federalización. Lo importante es que no haya una sola persona o grupo concreto que defina, es una lucha permanente y en algunas oportunidades inconsciente entre ellos, la que establece cuál debe ser el comportamiento de las personas.
Este sistema de control es repotenciado con el ingreso masivo de las tecnologías de la información en la sociedad a finales del siglo XX y principios del siglo XXI. En este lapso pasamos de las sociedades disciplinarias como la descrita y entramos en las sociedades de control. Estas últimas se caracterizan por ser masivas y porque la definición del comportamiento conforme se democratiza aún más. Ya no son los estamentos sociales sino las redes sociales las que definen qué comportamiento debemos tener como aceptable o no.
Sin embargo, el uso de sistemas digitales para definir los comportamientos aceptables resalta los absolutos sociales. El computador conoce el 0 o el 1, no hay nada intermedio. Por tanto, las conductas o situaciones sociales que rompen este esquema absoluto son de difícil solución por requerir de trabajo personalizado que genera fricción en el paradigma masivo de este tipo de sociedades. ¿Quién de nosotros no ha recibido la respuesta “No hay sistema” cuando debemos resolver un problema?, este es un ejemplo inocuo de las falencias del esquema actual.
Consecuencia del uso de computadores y la necesidad de estandarizar, nos apartamos de la regulación externa de las sociedades soberanas y de la autorregulación de las sociedades disciplinarias, y entramos en una etapa mixta donde la definición de conformidad es predispuesta en el sistema mismo. Es decir, el comportamiento conforme alimenta al sistema y el sistema alimenta el comportamiento conforme. Por ello somos absolutamente libres de escoger, pero dentro de los parámetros preestablecidos. Esta libertad de comportamiento no es más que un espejismo.
Actualmente nos encontramos en un nuevo cambio de paradigma, dejamos atrás a las sociedades de control y abrimos las puertas a la psicopolítica. Esta toma los excesos del capitalismo y los aplica al individuo mismo. Todos lo hemos visto en nuestro Youtube, Facebook, Instagram, Tiktok y similares, ¿Cómo ser mejor en X o Y?. Estos contenidos persiguen optimizar al individuo, no por el individuo mismo sino en pos de un objetivo material, por regla general, el mejoramiento económico. Ya no nos encontramos limitados por el silbato de la fábrica y el horario de la oficina a la hora de trabajar, ahora de manera voluntaria invertimos todo nuestro tiempo en ser mejores empleados. Atrás quedaron los días de sentarse en la puerta de la casa para ver quien pasaba, atrás quedaron los días de conocer a mi vecino y tener una comunidad fuerte, bienvenidos los días de la actividad laboral de 24 horas por 365 días al año en cualquier lugar en el que me encuentre, con el consecuente desequilibrio psicológico que ha comenzado a expresarse a nivel social.
La evolución generacional expresa los arquetipos de la inmediatamente anterior y los exacerba. Los nacidos en el siglo XXI, a nivel estadístico, son una generación que necesita estudiar hasta entrados los 35 años de edad para estar a la vanguardia laboral. Les exigimos que hablen varios idiomas, que conozcan otras culturas, que sepan de sistemas, que tengan pregrado, especialización, maestría, doctorado, post-doctorado y además deben trabajar más de las 8 horas diarias para sobresalir dentro del montón.
Esta plancha solo nos invita a ser conscientes del océano en que navegamos, pues definitivamente es necesario algo de control pero es fundamental que nos mantengamos entre columnas.
BIBLIOGRAFÍA
- Deleuze, Gilles. «Postscript on the Societies of Control». October 59 (1992): 3-7.
- Foucault, Michel. The history of sexuality: 1: the will to knowledge. Penguin UK, 2019.
- García y García, Maximiliano. «Sobre el panóptico: Bentham, Foucault y Han – Reflexiones Marginales». Accedido 18 de abril de 2024. https://revista.reflexionesmarginales.com/sobre-el-panoptico-bentham-foucault-y-han/.
- Han, Byung-Chul, Alfredo Berges, y Byung-Chul Han. Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Pensamiento Herder. Barcelona: Herder, 2014.
- Ortiz de Landázuri, Manuel Cruz. «De la biopolítica a la psicopolítica en el pensamiento social de Byung-Chul Han». Accedido 17 de abril de 2024. https://www.redalyc.org/journal/537/53749962010/html/.